Caracas, 01 de abril de 2014
No siempre se encuentran las palabras correctas, las precisas para hablar de temas difíciles. Cuando los hechos nos sobrepasan evitas hablar de ellos, evitas pensarlos, hablarlos y hasta soñarlos. Los sueños se convierten en pesadillas que ilustran claramente lo que vivimos en el afuera.
Cuando se trata de la muerte es
aún más complicado. Más aún cuando son muertes que jamás debieron ocurrir,
cuando la injusticia es quien ejerce la mano aleccionadora, quien controla los
movimientos de lo cotidiano.
Ese domingo nos sorprendió con este
mensaje: Murió por ti. Fotos de decenas de chicos asesinados o “caídos” durante
las protestas, estaban colgadas en los árboles, pegadas en los postes. La
protesta se apoderó de la estética del lugar, era imposible no verlos.
Mi pequeña venía conmigo en el
carro. En el camino, me pidió que le contara los detalles del día en que nació;
ese relato es quizás el más emocionante que puedo contar en mi vida ( y el
segundo es el que tiene que ver con el
nacimiento de su hermano) Así iba esa tarde, llena de vida, de recuerdos
bonitos, de luz.
Nos detuvimos a buscar en casa de unos amigos un paquete que
nos habían enviado mis padres desde Barquisimeto. Hacíamos intercambio, ellos
me enviaban champú, que yo no conseguía en Caracas y yo les enviaba unas
medicinas que no se consiguen por aquellos parajes. Mi hija estaba feliz, pensando en que el
dibujo que les había hecho a sus abuelos les iba a gustar y que pronto (en su
fantasía) los iba a ver de nuevo (la situación del país ha hecho que ya tenga 3
meses sin verlos)
Retornamos al carro y allí, justo
al arrancar de regreso a casa me preguntó: Mami,
¿Por qué dice: Murió por ti? Y yo enmudecí, no podía ni titubear, es que ¡no
sabía qué responder! Pensé tantas cosas, pero la principal es: No quiero
que le tema a las calles. No es justo que a sus escasos 7 años le tenga temor a las fuerzas de seguridad del Estado.
De verdad que no quise, no quiero que
viva con este horrible temor de sentir, que en este país, la vida pende de un
hilo. No es justo, no es justo, NO ES
JUSTO. Sólo atiné a decir: Se murieron. Y me dijo: Claro mami, eso lo dice allí… Pero ¿por qué por mí? Y de nuevo yo,
en mi afán de alejarla de lo obvio: Quién
sabe, capaz tendríamos que preguntarles a quienes pegaron esas fotos.
No sé mi niña.
No sé.
NO SÉ.
Y la verdad es que NO SÉ. No sé cómo
enfrentar esa pregunta de por qué murió
por mí esa joven, ese joven, esos jóvenes. NO LO SÉ. No tiene sentido que
alguien muera por reclamar lo que considera un derecho y no entiendo cómo
todavía no se ha hecho justicia. NO LO
SÉ
Ahora pienso en nuestra
conversación de vida, acerca del milagro de verla nacer, de poder hablarlo con
ella. Y pienso en cómo dentro de tantas tinieblas que hay en el bosque, mi niña
es capaz de hacerme sentir que hay un hermoso sol en todos lados, porque ella
me lo regala con su sonrisa.
Justo al volver, recuperamos del
piso de la calle, una pancarta que ella había hecho la semana anterior. La habíamos colgado en
un árbol aledaño a nuestra casa. Esta pancarta decía: En Venezuela nos gusta
ser diferentes. Y tenía dibujado un hermoso arcoíris en el centro. Al regresar
a casa, tomó la pancarta de la mesa, la alzó y me dijo: ¿Sabes mami? Yo hice un
arcoíris aquí, porque tiene muchos colores y son bonitos y nadie tiene que decir
si uno es más bonito que otro, porque TODOS son lindos. Yo quiero que Venezuela
sea así.
Imagen: Gustav Kilmt. El árbol de la vida. Tomado de: http://www.algomasquearte.es/Klimt-El-Arbol-de-la-Vida
Preciosa y conmovedora reflexión, Alejandra.
ResponderEliminarEs terrible que tengamos que vivir cosas tan dramáticas, injustas y siniestras. Recuerdo que mi infancia fue linda, pura, en un país donde cabíamos todos, donde los niños solo se preocupaban por sus tareas, porque sus padres los regañaron, porque sacaron una mala nota ó porque no les querian comprar algo deseado. Una Venezuela en donde no habían excesos, donde todos eramos iguales, donde se respiraba seguridad, libertad, respeto y amor.
Me duele, me duele mucho que mi niñita tenga que hacerse preguntas de muerte, que vea que ni siquiera un aporte hermoso a la sociedad, como fue esa bello afiche, haya sido respetado y lo tuviese que haber recogido del suelo. Me duele que no se respete la inocencia y que la maldad ande campeando a diestra y siniestra por todos los ambientes del país.
Gracias a Dios que nació de una pareja que se ama, respeta y tienen excelentes principios morales y Amor para dar a esas dos criaturitas que Dios les entregó a su cuidado para que formaran para la vida.
Dios los bendiga y proteja siempre a los cuatro!!!