jueves, 1 de mayo de 2014

El lobo está

Caracas, 01 de marzo de 2014

Comenzaba a oscurecer. Todo estaba tranquilo en casa, hasta que mi hija de 7 años me comenta: Acaso tú no te das cuenta que a mí esto me afecta. Que yo se que están incendiando las calles y que hay gente disparando y gente que ha muerto? Al escucharla me quedé sin saber qué decir. Pese a todos nuestros intentos de mantenerla al margen de todo, mi pequeñita (que se ha hecho grande) hábilmente ha atado cabos y tiene una idea clara, bastante clara en realidad, de lo que ocurre detrás de los muros de su hogar.
Entre los trozos de conversaciones que ha escuchado y las imágenes de barricadas que ha visto (las pocas veces que ha salido de la casa) se ha hecho una idea clara que le permite explicar: La razón del encierro en casa, la interrupción de sus actividades escolares y extraescolares.
El lobo está, y teme que se meta en su casa, le haga daño a ella y a su familia. Ya días atrás la había notado un poco preocupada  por mi seguridad y la de su papá cuando salíamos a la calle. Me decía: ¿Te puedo llamar por teléfono? Por si pasa algo. Y durante las noches, expresaba de manera persistente su necesidad de dormir con nosotros. Miedos ya vencidos reaparecieron. Antiguos enemigos imaginarios, que habían sido derrotados estaban de vuelta, asaltando su psique, como una representación de aquello que papá y mamá también temen, pero que poco verbalizan. La noche, reina de todos los fantasmas, se apoderó de sus sueños y comenzaron algunas pesadillas de persecución, de peligros que debían vencer ella y su familia. Así es, ella y su familia, todos juntos: Porque son lo único con lo que cuenta.
Me asombró escuchar su nivel de comprensión acerca de lo que ocurre: ¿Intuición?, ¿perspicacia? A veces subestimamos la capacidad de los niños/as para tomar elementos de la realidad y jugar a los rompecabezas con ellos. Esa tarea es un juego más y lo lúdico es su especialidad. Su capacidad creativa es infinita, así como su amor y deseos de ser protegidos y proteger a los seres que aman.
Después de su relato una conversación ayudó a tranquilizarla, pero no fue suficiente. Hizo falta el abrazo, el beso, el estar allí con ella y asegurarle que pese a todos los peligros que podamos enfrentar, somos una familia que se ama, que está unida. Su papá y su mamá harán todo lo que esté a su alcance para cuidarla a ella y a su hermanito. Nada es más importante en la vida para nosotros que protegerlos: Saber que estarán “a salvo”.
También hizo falta hablar de las medidas que tomamos nosotros, como adultos, para cuidarnos en la calle y poner un poco de orden en sus fantasías de destrucción absoluta. Ella sentía que todo iba a quedar debastado. Hubo que mostrarle una parte de la realidad, que entendiera que si bien hay caos y desmesura en la ciudad, también hay espacios donde aún se puede circular con relativa seguridad, que nosotros vamos a estar bien.
Hubo que complementar toda la conversación con un dibujo, donde los lobos tomaron forma, nombre y lugar. Estaban muy cerca de ella y de su familia. Fue importante hablar del dibujo, de los personajes y de lo que allí había. Además de describirlo, que pudiese hablar de lo que sentían esas personas y qué podían hacer para salir de esa situación. Me dijo: Déjame dibujar lo que sigue, yo sé que es tarde, pero quiero contarte como termina. Y sí que hizo falta, ambas necesitábamos saber el desenlace, encontrar algún tipo de respuesta ante tanta incertidumbre. Nos urgía construir a través de la fantasía algún futuro y, a la vez, idear acciones que nos permitiesen afrontar el miedo a esos lobos. El miedo si es muy grande paraliza, pero también puede ser un importante movilizador de estrategias de afrontamiento. Hacia allá se movió mi niña, hacia esa dirección ME movió mi bella niña.
Y la conversación no terminó allí. Me pidió continuar el día siguiente, quería seguir haciendo otras cosas para ella sentirse mejor. Sentirse mejor ella y sentirme mejor yo. Ambas, en esta hermosa experiencia que me regaló, pudimos emprender la aventura de luchar contra esos lobos. Esos lobos que nos atormentan e invaden esos espacios que tanto amamos y que sentimos seguros.
Buenas noches mami, ya estoy tranquila. Me voy a dormir que mañana voy al colegio. Cántame lararú (el arruyo que les canto antes de dormir)
Cerró sus ojitos, pudo dormir sola. Hoy vencimos a los lobos.
* Imágen: Uns somnis compartits, de La Caputxeta i el llop -il·lustració de Rossana Bossú- Tomado de: http://bibliocolors.blogspot.com/2011/01/caputxeta-roja-illustrada-caperucita.html

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